Nuestro día a día, las realidades en las que vivimos no son en su mayoría más que imágenes incompletas de la realidad. Existe otra realidad, esa realidad enterrada y ocultada en la noche oscura del mundo que irrumpe una y otra vez frente a nosotros.
Podemos cerrar los ojos, desviar nuestra mirada y convencernos de que no existe, pero ella sigue ahí aporreando nuestros muros una y otra vez. Por más que queramos no podemos eludirla. Es una realidad ligada a la nuestra.
Desde la escuela, desde el aula, podemos abrir las miradas de los alumnos a la realidad, con sus maravillas y con sus crudezas, con su hermosura y con su crueldad. No seremos sinceros con ellos si sólo les enseñamos una parte del mundo, si sólo les desvelamos una parte de la historia.
Como consecuencia de un mundo cada vez más globalizado, las causas de la pobreza no son sólo locales, por lo que no podemos combatirlas únicamente con proyectos locales.
El origen de la pobreza se encuentra tanto en los países del Sur como en los países del Norte, cuyos gobiernos, empresas y ciudadanos adoptan diariamente decisiones que tienen un gran impacto en el desarrollo de los pueblos. Es necesario actuar también contra estas causas.
Durante todos estos años de cooperación internacional ha quedado demostrado que la ayuda económica puntual, el envío de dinero, de materiales,… no puede combatir por sí sola las estructuras que generan pobreza y marginación. La lucha contra la pobreza comienza con los pobres. Esta importante idea se olvida a menudo, incluso hoy. Los pobres son frecuentemente sólo los objetos de la asistencia.
Sin embargo, si se les toma como los actores más importantes en la lucha contra la pobreza, se produce el cambio necesario.