Categoría: Educación
Camino a la Escuela
Nueva propuesta de Educación para la Justicia.
Con el impulso del Bicentenario del Instituto, lanzamos una nueva forma de trabajar la Educación para la Justicia en nuestros colegios corazonistas, con la EDUCACIÓN como tema motivador de este año. ¿Buscamos en nuestros colegios formar corazones fuertes con capacidad de soñar con un mundo mejor? El trabajo con los alumnos, la formación del profesorado y el compromiso concreto con la realidad social serán los elementos principales de la propuesta. Puedes leer aquí la Carta de motivación de esta nueva propuesta “Camino a la escuela”
Comprometidos con la educación
Como Fundación nacida en el seno de una institución educativa, todos nuestros proyectos tienen un componente vertebrador esencial: la Educación.
Los proyectos que desarrollamos son mayoritariamente educativos o de apoyo a la tarea educativa. Sin embargo, donde se manifiesta explícitamente nuestro carisma educativo es en el área de Educación de la Fundación.
Cualquier análisis social mínimamente realista debe reconocer que nos enfrentamos a grandes retos, que cada vez son más globales, en un mundo que ha hecho desaparecer las distancias físicas, pero que ha aumentado enormemente las distancias económicas, sociales, de oportunidades… El proyecto corazonista apuesta por la resolución de los problemas desde las causas más profundas. ¿Cuántas veces nuestra sociedad discute estérilmente por problemas cuya solución es más profunda, sólo posible desde la educación? La Fundación apuesta por una educación que ensalza a las personas, que les tiende los puentes, las escaleras necesarias para llegar a ser ciudadanos comprometidos y responsables con su vida, con la de los demás, con el mundo y con Dios.
¿Hasta dónde quieres llegar tú? El proyecto educativo corazonista sueña con que cada persona alcance sus más altas posibilidades. En eso lleva trabajando durante más de 180 años.
¿Por qué es necesario educar en la solidaridad y la Justicia en la escuela?
Nuestro día a día, las realidades en las que vivimos no son en su mayoría más que imágenes incompletas de la realidad. Existe otra realidad, esa realidad enterrada y ocultada en la noche oscura del mundo que irrumpe una y otra vez frente a nosotros.
Podemos cerrar los ojos, desviar nuestra mirada y convencernos de que no existe, pero ella sigue ahí aporreando nuestros muros una y otra vez. Por más que queramos no podemos eludirla. Es una realidad ligada a la nuestra.
Desde la escuela, desde el aula, podemos abrir las miradas de los alumnos a la realidad, con sus maravillas y con sus crudezas, con su hermosura y con su crueldad. No seremos sinceros con ellos si sólo les enseñamos una parte del mundo, si sólo les desvelamos una parte de la historia.
Como consecuencia de un mundo cada vez más globalizado, las causas de la pobreza no son sólo locales, por lo que no podemos combatirlas únicamente con proyectos locales.
El origen de la pobreza se encuentra tanto en los países del Sur como en los países del Norte, cuyos gobiernos, empresas y ciudadanos adoptan diariamente decisiones que tienen un gran impacto en el desarrollo de los pueblos. Es necesario actuar también contra estas causas.
Durante todos estos años de cooperación internacional ha quedado demostrado que la ayuda económica puntual, el envío de dinero, de materiales,… no puede combatir por sí sola las estructuras que generan pobreza y marginación. La lucha contra la pobreza comienza con los pobres. Esta importante idea se olvida a menudo, incluso hoy. Los pobres son frecuentemente sólo los objetos de la asistencia.
Sin embargo, si se les toma como los actores más importantes en la lucha contra la pobreza, se produce el cambio necesario.
¿Cómo se encarna un proyecto social comprometido dentro de un proyecto educativo (humano, cristiano y académico) exigente?
Por un lado, están nuestros alumnos. Por otro, nuestra tarea como educadores y como cristianos. Es necesario despertar preguntas, tomar conciencia de la realidad, “cultivar los corazones, orientar los caracteres y formar verdaderos cristianos”. Esa es nuestra misión, formar personas que se pregunten continuamente los grandes porqués de la existencia y que sepan afrontarlos con la mayor autonomía y responsabilidad posible:
¿Por qué existo? ¿Para qué existo? ¿Por qué existe el mundo? Ante lo que veo que está pasando, ¿qué papel tengo que jugar?
Desde esta perspectiva, a la Educación no se la considera en sí misma como transformadora de la sociedad, sino una contribución desde el conocimiento al desarrollo de seres humanos capaces de contribuir a dicho cambio.
Así, las campañas y Jornadas de sensibilización que llevamos realizando en los colegios durante más de 15 años, son uno de los instrumentos más importantes para educar en la Justicia.
Desde estas actividades buscamos:
Explicar qué pasa en el mundo: facilitando la comprensión de las relaciones que existen entre nuestras propias vidas y las de las personas de otros países; aumentando el conocimiento sobre las fuerzas económicas, sociales y políticas que explican y provocan la existencia de la pobreza, la desigualdad y la opresión.
Desarrollar nuevas claves de lectura del mundo: proporcionando valores, actitudes y destrezas cristianas que acrecienten la actitud crítica y de cuestionamiento de nuestros alumnos.
En los últimos años, hemos trabajado en nuestros colegios los siguientes temas: la Deuda Externa, el Derecho a la Alimentación y el Derecho a la Educación.
Se trata de acercar las realidades, que sufren los alumnos de África, Asia y América Latina, a las aulas de España, y poder comparar la desigual distribución que existe entre unos y otros, así como poder sentir la responsabilidad que tenemos.
La Fundación Corazonistas no sólo educa a través de las campañas. Cada verano se ofrecen diferentes oportunidades para acercar a los antiguos alumnos y a los profesores a diferentes realidades de pobreza y marginación (en España, Perú, Colombia,…). Estas experiencias son una pieza importante en el proceso de formación integral de las personas que componen las comunidades educativas. Pretenden dotar a los antiguos alumnos y a los profesores de recursos e instrumentos cognitivos, afectivos y actitudinales que les permitan conocer la realidad desde cerca para devolverla en sus colegios a través de propuestas de compromiso y acción.
Mirando al futuro
Soñamos con una escuela corazonista que se llame cristiana y transformadora porque dentro de su proyecto educativo esté vertebrado el proyecto social y el proyecto cristiano como piezas coherentes de un mismo engranaje. Así, soñamos con profesores convencidos de que las injusticias del mundo también se enseñan en clase y, por tanto, abren temarios de reflexión social y exámenes de realidad. Soñamos con asociaciones de padres y madres convencidos de este estilo de educar y con antiguos alumnos y familiares que quieran trabajar en esta labor.
En definitiva, toda una familia soñando con una escuela abierta al mundo.